La destacada judoca y ex-estudiante de nuestro colegio nos visitó para compartir su inspiradora historia de perseverancia y éxito, recordando cómo el apoyo de su familia y de la comunidad educativa fue fundamental para alcanzar la élite mundial.
El deporte de alto rendimiento es un camino de sacrificio, disciplina y una voluntad inquebrantable. Es una senda que Mary Dee Vargas, campeona olímpica y referente del judo nacional, conoce a la perfección. Pero antes de las medallas y los tatamis internacionales, su historia comenzó en los patios y salas de su única casa de estudios: el Colegio Mayor Peñalolén.
Mary Dee, egresada de la generación 2014, representa el espíritu formativo del Colegio Mayor, donde estudió desde Prekínder hasta Cuarto Medio. Trece años que, según sus propias palabras, fueron fundamentales para construir no solo su carrera, sino también su carácter. En una emotiva visita, la campeona se reunió con estudiantes de todas las edades para compartir un mensaje claro: los sueños, con esfuerzo y una comunidad que te respalde, se cumplen.
“Cuando estaba en el colegio no sabía qué quería estudiar en un futuro”, confesó a los atentos alumnos. “Mi consejo es que la pasen bien, que se esfuercen por llevar una buena nota a la casa, pero que también compartan con sus compañeros. Aprovechen a sus papás”.
El apoyo del colegio: Un pilar en su carrera
Lejos de ser un obstáculo, el colegio fue un motor para su desarrollo. Mary Dee recordó con cariño el espíritu que el Colegio Mayor Peñalolén fomenta: un entorno donde el compañerismo y el soporte emocional son tan importantes como la excelencia académica. Fue esa base la que le permitió compatibilizar las duras jornadas de estudio con los entrenamientos.
“Mi mamá me venía a buscar y en el auto tenía todos los cuadernos para estudiar camino al entrenamiento. Luego volvía a casa a seguir estudiando, con sueño, pero aprendiendo a ser responsable”, explicó sobre la disciplina que forjó desde niña.
Un mensaje que inspiró a los estudiantes: “Encuentren lo que los mueva”
Mary Dee mira hacia España, donde entrena al más alto nivel mientras finaliza su carrera de Arquitectura en la Universidad Católica. Se ha convertido en un ejemplo de que el deporte y los estudios pueden ir de la mano. Su clave, según compartió, es encontrar una pasión.
“Lo más importante siempre es tratar de ser lo mejor posible en lo que tú haces. Y ser lo mejor posible significa ser la mejor persona posible también”, afirmó con convicción. “Yo quiero que ustedes sean mejores que yo, que ojalá en 10 años más venga su compañero y me diga: ‘Oye, yo escuché tu charla y ahora soy deportista olímpico’. Qué cosa más bonita sería”.
Con dos Juegos Olímpicos en el cuerpo y preparándose para su próximo desafío en Japón, Mary Dee Vargas no olvida sus raíces. Su visita no fue solo el regreso de una campeona, sino la prueba viviente del impacto que una comunidad escolar unida puede tener en la vida de sus estudiantes. Su legado ya está sembrado en el colegio: el de una leona que, formada en casa, salió a conquistar el mundo.























