En casa, pero estudiando. Así transcurrirán las próximas semanas para niños, adolescentes y jóvenes de Chile y el mundo con la suspensión de clases para evitar la propagación del Covid-19. Según la Unesco, 10 millones de estudiantes en el mundo permanecerán estudiando encerrados en casa.
En esta situación, los expertos en educación y los especialistas en salud mental advierten que las familias deben estar, primero que nada, conscientes de que estamos en una situación de emergencia. Nada puede ser igual a “la vida normal” o a “cómo era antes”. Hay que recordar esto a la hora de compatibilizar el teletrabajo propio con la educación a distancia de los niños, niñas y jóvenes, y antes de decidir qué se va a priorizar y qué se va a posponer.
Una buena parte de los colegios privados chilenos implementó ya, incluso en tiempo récord, la educación virtual. Hay coincidencia entre los expertos en educación en que nadie estaba preparado para migrar la totalidad de la experiencia educativa a la modalidad on line.
Con la presión por no interrumpir el proceso pedagógico, no fueron pocos los establecimientos que, como explica Natalia Ávila, académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, “con las mejores intenciones” cayeron en el error que ella denomina la “mirada tecnocéntrica”: creer que para tener educación virtual sólo se necesita aprender a usar los programas disponibles para dictar el mismo curso de siempre, de la misma manera de siempre, pero por streaming.
La académica precisa que la educación en línea responde a una lógica pedagógica específica y distinta: requiere de un diseño de secuencias que el estudiante pueda explorar y acceder de manera autónoma a los contenidos (lecturas, videos breves, vínculos a sitios web), y donde la interacción con el profesor o profesora es el modo para construir el conocimiento de forma conjunta (tutorías, seminarios de discusión, participación en foros, resolución conjunta de problemas). “Esto se aleja bastante del simple streaming de un profesor leyendo una presentación con diapositivas por 90 minutos”, explica Ávila.
Sobre lo mismo, los colegios no deben dar por sentado que se requiere o se prefiere una enseñanza sincrónica para que el aprendizaje sea eficaz., dice la organización ibo.org, especializada en enseñanza on line. El objetivo, advierte no es intentar recrear la interacción presencial en el aula, porque esto es imposible. Si bien no es recomendable experimentar en situaciones de emergencia, la innovación, la creatividad y la resiliencia son necesarias para que las cosas funcionen. Los colegios deben tener la capacidad de adaptarse a las circunstancias y pensar con rapidez es necesario para garantizar una continuidad satisfactoria del aprendizaje.
El mundo ideal versus la realidad de los hogares
La mirada idealista y desconectada de la realidad da por hecho que cada estudiante tiene un computador personal, tiene acceso a internet ilimitado y a una conexión de calidad que no se cae ni colapsa, posee una impresora y tiene un espacio propio disponible para estudiar en silencio mientras el resto de familia realiza las tareas hogareñas sin siquiera meter un ruido.
Todas las familias saben que esto está lejos de ser así. Hay peleas entre los hijos por quién tiene el turno en el computador, hay tensiones por el ruido ambiente mientras se escucha una clase on line, se cae internet, los padres intentan hacer teletrabajo. Los procesos de enseñanza y aprendizaje están hoy más que nunca ligados al estado afectivo y emocional de los estudiantes y sus familias (esto también corre para los docentes). Unos y otros sufren momentos de ansiedad y angustia por la salud de sus familias, por contratiempos económicos, por el estrés del encierro. La educación a distancia significa una alta demanda cognitiva y emocional para los estudiantes, apoderados y docentes.
¿Cómo se logra un aprendizaje de calidad aceptable en estas condiciones de estrés y de incertidumbre?. “Lo principal es entender que los docentes no pueden pretender pasar toda la materia en forma normal, hay que concentrarse en lo fundamental, tener paciencia y tolerancia con los estudiantes que tendrán más problemas –conectividad, concentración en casa, etcétera–. Será un enorme esfuerzo de todo el sistema educativo”, acotaba hace unos días el académico José Miguel Piquer, de la Universidad de Chile, en un reportaje en El Mostrador.
El estrés y el desafío exige que todos, docentes, padres y estudiantes sean flexibles y empáticos. No hay que olvidar que, aunque los padres han tenido que tomar obligadamente un cierto el rol de educadores, los maestros deben seguir presentes y mantenerse conectados tanto como sea posible, aconseja Laura K. Reynolds, decana de la Facultad de Educación, Desempeño Humano y Salud de la Universidad de Carolina, EE.UU. Padres y apoderados deben ser pacientes en esta tarea de “docente en casa” que impone la cuarentena y deben tener presente el reforzamiento positivo, tal como lo hacen los docentes en el aula presencial, en vez del regaño; deben animar a seguir aprendiendo con gusto.
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