Estimados comunidad del Colegio Mayor,
Luego de 18 años dejo la Dirección General de los Colegios Mayor con la satisfacción de haber ejercido mi labor con responsabilidad y pasión por el aprendizaje de niñas, niños y jóvenes, procurando una formación para ser hombres y mujeres de bien. Nada más importante y hermoso que dirigir esta misión junto a profesores y familias. La pertinencia de este esfuerzo tiene su esencia en ser una ventana al futuro que cada día, poco a poco, construyen nuestros estudiantes.
La última etapa de mi gestión se vio remecida por los efectos de la crisis de salud pública que para el colegio han sido profundos. Sin el equipo de trabajo de los profesionales del colegio y la colaboración del Centro de Padres no habría sido posible sobrellevar las largas jornadas de zozobra y soledad propia de quién ha tenido la responsabilidad final de conducir al Colegio hasta alcanzar “aguas más quietas”. Lo hemos conseguido, sin embargo, la crisis dejó rastros al poner una pausa al aprendizaje curricular y a la formación valórica desarrollada en la experiencia cotidiana del convivir.
Con especial afecto, al momento de partir siento la necesidad de invitarlos a reflexionar. Cuidar y fortalecer la convivencia en nuestra comunidad escolar es una tarea que no se debe descuidar, muy por el contrario, hoy demanda redoblar nuestra atención. Observo, con preocupación, que aparecen algunos síntomas de deterioro de algunos aspectos de la vida en común, como son, por ejemplo, un menor cuidado en el lenguaje, debilitamiento de los buenos modales, incluso, en algunos casos, una cierta ausencia de recato tanto en la conducta como en la estética personal, una mayor agresividad en las redes sociales, desafortunadamente, no solo entre los estudiantes. Ocasionalmente estos comportamientos dan paso a la brusquedad y al trato inadecuado, situaciones que, repetidas, pueden conducirnos a un clima de convivencia difícil de revertir como el que ha emergido lamentablemente en otras comunidades escolares.
El desarrollo de una cultura de civilidad que aliente y permita la cohesión e inclusión para que todos y todas se sienten reconocidos y respetados es fundamental para el desarrollo de una comunidad escolar. Ello asegura el florecimiento del aprendizaje y la formación valórica, razón de ser de una comunidad educativa. Este es un capital social que nos permite desarrollar una reputación pública positiva que anime a participar de nuestra comunidad. Entonces, el Colegio Mayor debe preservar sus mejores tradiciones, acorde con la naturaleza y reconocido prestigio de su comunidad. De ello, toda la comunidad escolar es responsable.
Al despedirme y agradecer, pido para mi sucesor, el nuevo Director General de los Colegios Mayor, Don Cesar Saldivia A., junto a mis deseos de éxito en la labor que hoy inicia, el mismo y gran apoyo que recibí durante todos estos años del personal de servicio, administración, dirección, profesores y profesoras, familias y estudiantes.
Se despide con especial afecto y gratitud